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PESCAITO REGRESÓ

Carretera de curvas cuando se sube a la Sierra Nevada de Santa Marta

Saliendo de Macondo en carretera, quedé deslumbrada con una vista que se veía al fondo.
Bajo el vidrio del camperito, pregunté: ¿Qué es eso?
Responden al fondo “La Gran Sierrita”.
En ese momento sabía que debía estar allá.

Ahí donde las nubes se enredan en las montañas como hilos de algodón, me aventuré en un viaje que cambiaría mi forma de verlo todo.
Al comienzo, alejarme de la ciudad tenía ese sabor a salitre que solo se entiende cuando eres de aquí, de Macondo.

Un par de motos, una carretera, neblina y seguí andando. Más arriba de las carreteras, donde la brisa se volvía aroma a pino, me encontré con la magia de las alturas. La Sierra no era solo montañas, era un relato vivo, es el latido de la tierra.

Letrero cuando llegas a la Tagua

Encontré un primer letrero, “Bienvenidos a la Tagua”, ya sabía que estaba a más de 2500 mt arriba de todo. Me di de cara con personas portadoras de historias. Sus rostros tallados por el tiempo y las tradiciones hablaban de una conexión profunda con la naturaleza y un respeto por cada hoja, cada animal. Me encontré sumergida en un mundo
donde los ríos eran venas que alimentaban la tierra,
y las montañas, guardianes de secretos antiguos.
No podía creer que a tantos metros había un escudo inmenso de un país de tradiciones.

A lo lejos miraba a una persona, de cabellos largos, rasgos hermosos, se llamaba “Epiayú”. Cargaba un niño con su manto de lana de oveja. Ella era la cuidadora, me acerqué y me presenté

YO SOY LA MACONDIANA

Hostales de La Sierra Nevada de Santa Marta

Experimenté una conexión más profunda, la riqueza que se encuentra cuando nos
aventuramos lejos de lo conocido. Sabía que había estado en la tierra de hombres de culturas doradas, en el corazón del mundo.

 


Bajé la Sierra con la ilusión de que un día haría historia allá arriba

Quise irme a una playa dormida a imaginar todo ese lugar, La Macondiana ya no es solo una persona, son historias que contar. Cuando llegué a playa Los Angeles, toqué la arena mojada, solo pensé “pescaíto ya regresó”.

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